viernes, 23 de mayo de 2008

Verdad de Ana.

¡Amor son los papás más lindos que he visto!

Sentí un gran descanso al escuchar esas palabras de Ana, de ahí en adelante ella fue mi único apoyo, me ayudaba con mis papás, los acompañaba, escuchaba sus historias, era perfecta.

Ana Maria Quintero era la mujer ideal (no tenía ningún defecto) ella pudo sacar de mi un gran sentimiento de felicidad, esta donde nunca nadie va a poder estar.

- alo, hola Ana con Alejandra ¿Cómo están las cosas?

- Ehhhhhhhhhhh ola, bien, las cosas marchan muy, pero muy bien aleja.
¿Cómo está el niño?

- ¡No creo que mejor que el papá!

- Fernando, me trata muy bien, pero yo necesito mucho esa plata, además yo se que él hizo algo muy malo contigo y con el niño.
El no ha dejado de ser la persona ambiciosa y sola que tú muchas veces me describiste, pero hay personas que van a pagar los platos rotos de él.

- ¿quiénes?

- Sus padres hace mucho tiempo están aquí y aunque él no los trata muy bien, ellos lo quieren, lo quieren mucho y de estos pobres viejos si me da pesar.

- Por favor Ana no vamos a retroceder todo el avance que llevamos, ya casi coronas con este hombre, además ponte a pensar, él en algún momento piensa en ti. ¡No!, él puede ver que te estás muriendo que no te va a brindar ni la mano, ni limosna te dará.

- hablamos después, de esta semana no paso con lo prometido.

Fue mucha la confianza que yo deposité en Ana, ¿por qué desconfiar de ella?, si me había demostrado que me quería de verdad, que no buscaba nada a cambio.
En esos días me tenía que ir de viaje, no podía dejar las oficinas en manos de cualquiera.

- Eres la única persona en que confió y sé que están seguras todas mis cosas. ¡Adivina!

- No, no sé.

- Me voy por dos semanas y te voy a dejar la responsabilidad de las empresas por ese tiempo. ¡Eso es todo un regalo!

- ¡Amor! Va hacer una experiencia deliciosa, gracias cariño, gracias por confiar de esa forma en mi.

Nunca me habían dado tantos besos y tanta demostración de cariño en mi vida, ella se sentía feliz, se le notaba en sus ojos.

- ¡Que te vaya bien mi amor!
No te preocupes que tus papás y la oficina quedaran en las mejores manos.

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